REFLEXIONES | 2020

REFLEXIONES

2020

IKIGAI: aquello por lo que vale la pena vivir...YO TAMBIÉN QUIERO SALIR DE LA VITRINA...RECONOCERTE COMO QUIÉN ERES, NO COMO QUIÉN CREES SER...POR SIEMPRE SERÁS MI HÉROE...LA IMPORTANCIA DEL NO...CON LA FUERZA DE SANSÓN...

Ayer, por una de esas casualidades a las que tanto me gusta poner atención, encontré el nombre de lo que me ocurre, se llama Ikigai y es el haber encontrado en mi vida aquello por lo que vale la pena vivir.

Héctor García y ~Francesc Miralles~, después de largas charlas con nativos de Okinawa, escribieron en 2016 el libro Ikigai: los secretos de Japón para una vida larga y feliz, convirtiéndose en un betseller vendido en 30 países.

En sí misma ikigai no es felicidad, sino el haber encontrado esa ocupación que te va a permitir levantarte cada mañana con el deseo de continuar lo que dejaste ayer. Ser feliz realizándolo sólo es su consecuencia.

Me ha reconfortado sentir que no estoy sola, que esta ilusión que no deja a mi mente parar de idear ni un momento, es un sentimiento compartido. Que lleva generaciones latiendo en una isla de Japón, consiguiendo que sus habitantes sean los más longevos del planeta, por sus ganas de vivir.

Poder dedicarte a lo que de verdad te apasiona tiene doble filo. Por un lado encontrar esa habilidad, por el otro poder consagrarte a ella el resto de tu vida.

Cuenta Miralles, en un artículo, que el objetivo es identificar aquello en lo que eres bueno, que te da placer realizarlo y que además sabes que aporta algo al mundo, por eso  es importante mirar atrás y tratar de recordar qué cosas hacías bien cuando eras pequeño.

De las cuatro cuestiones que plantea como punto de partida yo me quedo con la segunda: Con qué actividades se me pasa el tiempo volando… aquí es donde he apreciado el valor de ser yo misma, la clave, al identificar qué es eso tan importante para mí, que estaba aletargado, esperando que concluyera toda una serie de obligaciones.

La edad madura es una de las dos etapas en las que parece ser que aparece nuestro ikigai. Ese momento en el que das por hecho que ya no hay nada más que hacer o esa circunstancia en la que te pone el destino al quedarte sin empleo, o querer emprender.

En mi caso es una mezcla. Los polluelos que han abandonado el nido y la necesidad de poner en marcha mi propósito de vida; mi ikigai. Un proyecto que me está siendo muy complicado de planificar, porque no viene a innovar en ningún ámbito. La necesidad social que NUN quiere paliar todavía no tiene unas pautas que seguir, un modelo de negocio que copiar y mejorar.

No tengo conocimiento de nadie que haya querido montar una empresa cuyos beneficios vayan íntegramente a esas manos que lo generan.

¡Mi utópica obsesión!

¡Mi ikigai…!

Transformar cuantas VIDAS pueda, ofreciéndoles unas historias que valgan la pena ser vividas.

16/07/2020

Fue Alborán, cuando al salir del armario me hizo pensar. En sus ojos aprecié que el valor de pronunciar por fin aquellas palabras, le estaba llevando directamente a la felicidad ansiada.

El cómo respetar su esencia tenía el poder de avivar su fuerza.

Pude contemplar cómo amainaba su tormenta. Desde el otro lado del móvil parecía tan sencillo… tan normal, tan… humano.

Sin embargo, cuando ese sentimiento de salir es tu propia piel la que aprieta, no es tarea fácil de llevar a cabo.

Mi caso, y con total seguridad el de infinidad de personas, es el de vivir una vida inculcada.

Te educan como mujer —antes se hacía—, complaciente y de aspecto complacida. La guía que has de seguir toda tu vida ya está escrita, un culebrón de altibajos que te hace dudar en demasiadas ocasiones de ti misma.

Si por tu naturaleza los sentimientos te anidan demasiado adentro, ganándole la partida a esa injusta educación recibida, no podrás escapar jamás de esa jaula dorada. A mí me pasa…

Y seguramente esta seguiría siendo mi existencia, la de estar presente en la vida de los míos siempre que se me requiere —cumpliendo con mis cometidos—, si aquella musa que inhalé en Florencia no se hubiera venido conmigo.

La duda de estar haciendo lo indebido duele, dedicar tu tiempo al arte o a la escritura cuando esta labor aún no te genera beneficio alguno y  con todas las tareas de casa por hacer, te atrapa en un duelo a muerte. Y siempre gana ella, terminas dejando tu obra o ese escrito que tanto te reconforta y bajas del cielo a poner orden.

Y la vida sigue pasando, y deprisa… y la que crees es tu misión se aletarga, no tienes tiempo ni la mente ágil para cumplirla.

No sé por qué, qué motivo derivó en Alborán su sincero e innecesario – si esta sociedad fuera justa – mensaje, pero agitó a dos de mis almas, la complaciente y la misionera, enfrentándolas por primera vez, ninguna de ellas queriendo marcharse, dejando vacío su hueco, y no he dejado de sentir angustia en el pecho —sus alas revoloteándome—, hasta que he comprendido que cuando en la vida lo que te mueve es amor verdadero, no hace falta elegir, hay cabida para las tres. Ellas dos y yo.

Solamente tú” —como el título de su primera canción—, puedes elegir en qué lado de ese mueble quedarte. Valorar si ese amor de verdad que sientes también está por la otra parte, porque entonces, no habrá puerta ni llave.

11/07/2020

Qué contradicción.

A veces es tan complicado averiguar el porqué de la vida que te ha tocado vivir, como el  descubrir tu propia personalidad, o mejor dicho, dejarla florecer.

Hace algún tiempo que se ha puesto de moda el desaprender. Dicen que no todo lo absorbido ha de ser para toda la vida. Debemos evolucionar e ir adaptándonos.

Yo digo que las etapas que vivimos son los capítulos a los que tenemos que irle poniendo título, y si se da el caso, dentro de este, añadir algún subtítulo informativo dejando claro en qué momento nos encontramos dentro de esa misma fase, porque todo puede cambiar en segundos, desde nuestras opiniones a nuestra particular manera de ver la vida.

El haber mantenido durante un tiempo una actitud concreta, no quiere decir nada. Todos podemos cambiar, a mejor siempre, por favor.

La vida solo es ese periodo de tiempo que nos dan nuestros padres al habernos engendrado, y que solo nosotros debemos aprovechar y disfrutar.

Nadie es nuestro dueño, nosotros tampoco lo somos de nadie. Cada vida merece y necesita ser vivida individualmente, como mucho con un acompañamiento directo pero distante. Ese con el que poder contar siempre, y que sabes que nunca te fallará.

El amor sin condiciones…

Esas lecciones escuchadas sin pretender dominar son las que calan hondo. Esas palabras dulcemente  ofrecidas son las que forman nuestra personalidad. O por lo menos ayudan a entender.

Mi medio siglo de existencia me ha hecho participe de distintas y dispares generaciones. Hemos cambiado muchísimo, no siempre para mejor, aunque esa haya sido siempre la intención. Ni verlo todo blanco es bueno, ni todo negro. Existe una inmensa gama de grises que también tienen su lugar y su poder.

La vida vivida es la experiencia que nos hace discernir los caminos y si estamos predispuestos iremos dirigiendo nuestros pasos hacia el correcto. Ese tono grisáceo es precisamente nuestro baremo. Con él hallaremos nuestra estabilidad interior.

Vivir desafortunadamente solo tiene que ser un capítulo. Todos tenemos en nuestras manos poner el punto final y empezar mejor el siguiente.

No somos quienes quieren que seamos. Somos quienes somos, sin más, simplemente, y si a nuestro alrededor el amor es sincero, nos permitirá coger las riendas de nuestra propia existencia.

La felicidad solo llama a nuestra puerta cuando nos somos fieles.

19/06/2020

No puedo quitarme de la mente esta preciosa canción de Orozco. Si la hubiera oído hace poco diría que se me ha pegado, pero no es el caso. Solo sé que me ronda hace unos días.

Me levanto con esa letra y me acuesto tarareando esa melodía. Qué extraño… o puede que no tanto.

“Otra vez cambiando lágrimas por aire…”

Es lo que me ha vuelto a pasar. Otro intento fallido. Pero esta vez no han brotado por mis mejillas. Mis ojos cerrados las han convertido en ese aire que lentamente ha inundado mis pulmones.

Maravillosas casualidades, o puede que no tanto.

“Nunca llegaría a parecerse ni un cuarto a la riqueza que tú tienes…”

Los héroes son valientes, por eso son héroes. Les caracteriza su optimismo ante la adversidad, por eso son valientes, pero… qué equivocada está la humanidad concediéndoles el atributo de tú eres fuerte, no se percatan del riesgo que eso tiene. Vivir en continuo pulso contra la desilusión.

La decepción no funciona en un pesimista. Este ya no sufre porque no espera. Ya no lucha porque no sueña. Su visión hace tiempo que es el mejor escenario para un derrotado, por eso la decepción es a los optimistas a los que va clavando su puñal ensangrentado.

Cuánto cuesta levantarse. Qué riqueza es la que hay dentro de esos seres que acuden a otra batalla antes de que la anterior se haya enfriado. Perseverando.

Una preciosa letra ahora que me tomo el tiempo de volver a escucharla. Las grandezas del alma. Un vídeo que aún no había visto. Impresionables imágenes de una verdad que se nos escapa.

Qué curioso es el universo, para qué me traerá esta canción, para que me siga superando, para consolarme o para que capte un nuevo mensaje que me ayude a seguir adelante.

Un héroe intenta cambiar las cosas y lo es por el simple hecho de hacer algo, aunque puedan parecer fracasos.

“El valor que está en tu mente…”

A mí también me duele no saber cómo imitaros, estoy tan lejos de lograrlo, o puede que no tanto…

18/05/2020

Era temprano cuando llamó a mi puerta. Algo quería.

Mis días eran turbios por aquel entonces, mis cansadas piernas no andaban y mi mente no tenía claro que era eso que atropelladamente le impedía expresarse con claridad. Mi falta de fluidez me inquietaba, pero esa perceptible ausencia de serenidad que me caracterizaba en aquel difícil momento, debía ser el motivo por el cual nadie más se preocupaba.

Empezó a hablar como siempre. Yo escuchaba su parloteo sin prestar demasiada atención, nada relevante, hasta que me hizo su petición. Necesitaba de mí, como tantas veces.

Mi corazón empezó a bombear deprisa indicándome que otra vez algo iba mal. De nuevo mi mente padecía lo que más tarde apodaría como “dudas de honestidad”, esa reacción de querer decir que lo siento, pero salir otra vez de mi boca, para cuándo.

Pero no fue lo que pasó. Debía de estar realmente saturada, porque por primera vez en mi vida dije que no.

Su expresión fue incrédula, recuerdo aquel breve silencio y aquella mirada de cejas fruncidas y cara ladeada. Su preocupación me pareció sincera. ¿Estas enferma?, me preguntó.

Enferma todavía no lo sabía, pero sí estaba cansada de no ser yo.

Ese palpitar cuando algo se me descontrola, sigue siendo la señal que me marca dónde está el problema. Eso que me inquieta y puede terminar desencadenándome un brote.

Aún hoy padezco alguna duda de honestidad y me lanzo al vacío si veo que mi ayuda es necesaria, prestándome nuevamente como parche que soluciona algún descosido. Pero no es lo habitual. Tampoco digo un no rotundo que deja sin habla al contrincante, he aprendido.

Nuestra mente enferma por muchas causas, yo no tengo todas las respuestas, pero sí puedo decir bien alto que la mía marcó una raya después de aceptar decepcionada mi circunstancia y sentirme impotente de conseguir un cambio, empujándome ella misma a salir de mi área de confort.

Aprender a decir que no es una de las primeras terapias si quieres serenidad en tu vida. No saber hacer pero ofrecerte, no controlar una situación pero brindar tú ayuda, no soportar una circunstancia pero mantenerla viva, termina enfermando nuestra mente, y ser así de complaciente no tiene porqué hacerte mejor persona. Casi puedo decir sin miedo a equivocarme, que muchos de nosotros y nosotras hemos crecido con la convicción de tener que estar siempre a la altura.

Yo he descubierto que tanto hacer por mi parte, solo impedía que el resto también aprendiera.

Hoy no he dicho que no, ha sido una conversación relajada en la que mi corazón en ningún momento ha bombeado fuerte, ofreciendo el argumento de por qué no soy la mejor opción para solucionar ese frente, y he recordado aquella escena de no hace tantos años, la primera vez que me atreví a ocupar el  lugar que me corresponde.

14/05/2020

Cuenta la historia que esa fortaleza se la atribuía su larga cabellera. No puedo ni por asomo compararme con ese fornido héroe, pero creo que algo de poder también tiene mi larga melena.

La recuerdo toda mi juventud rozando mi cintura. Un palmo menos pasados los veinte, dos a los treinta, pero no tiene perdón lo que hice con ella a los cuarenta.

Una de las preguntas, diagnosticándome de SFC, fue si mi cabello siempre había lucido tan corto. Qué pregunta más rara, pensé. Por lo visto, es bastante habitual en nosotras, las que lo padecemos, desesperadas por comprendernos, inconformistas e incomprendidas, nos mutilamos el que es nuestro sello de identidad.

Nunca lo he llevado tan corto, pero el pelo crece, como le pasó a él… le creció y volvió a tener su fuerza, como me ha pasado ahora a mí.

Vuelve a rozarme la cintura y es cuando más vigorosa me siento.

Ha llegado el momento de darme a conocer, parece ser.

Hace una semana, no me hubiera imaginado ser capaz de crear mi propia página web, sí, con una plantilla, pero muy currada.

Toda mi obra creada, de momento, recopilada en estas páginas que huelen a mi esencia.

No sé cuál va a ser mi futuro, si pintando, escribiendo, decorando… seguro que será combinando las tres. Recrear esos rostros que me recompensan con sus amistades silenciosas, colocarme delante de mi monumental pantalla y teclear deprisa todas esas letras que mi mente escupe sin cesar, y decorar esos muebles con los que dotar a esas estancias, a las que hago sentir bellas.

Una bendición, hacer de tu pasión tu profesión.

Lo único que tengo claro es el nombre que le he adjudicado a mi proyecto. Este mundo mío lleno de creatividad se llama NUN, letra hebrea que significa germen de vida, renacimiento, igual como me siento yo, renacida.

Pero no hay problema, porque tal como dijera Abraham Lincoln:

La mejor manera de predecir el futuro es crearlo.”

Y llevo seis años apostando por ello, sin dejar de trabajar un segundo, haciendo caso a otra de sus célebres frases:

“Me prepararé y algún día mi oportunidad llegará.”

Y podré mostrar mi fuerza.

23/04/20